La MAScarada del Poder: El debate está abierto

El pasado 31 de enero, en ambientes del Centro de Estudios Superiores Universitarios (CESU), se llevó a cabo la presentación del libro “La MAScarada del Poder”. Con una gran expectativa de la gente reflejada en la multitudinaria asistencia, presentadores de la talla de Gonzalo Lema y José de la Fuente más los autores de la obra, Pablo Regalsky, Alejandro Almaráz  y Omar Fernández comentaron, criticaron y reflexionaron sobre los escritos del libro.

“La MAScarada del Poder” es, en parte, una respuesta al libro publicado por Álvaro García Linera titulado “Oenegismo: enfermedad infantil del derechismo” que a su vez responde al Manifiesto firmado por un grupo de ciudadanos donde se revelan una serie de denuncias y criticas estructurales a la gestión de gobierno y el rumbo del “proceso de cambio”.

En palabras de Pablo Regalsky, el colectivo “Manifiesto Junio 22”, cuyos integrantes son autores del libro y del primer Manifiesto, surge de la necesidad de abrir un espacio de debate para encontrar algún tipo de salida al proceso regresivo que estamos viviendo al autodenominado “proceso de cambio”. De ahí que esta publicación pretende, a través de sus críticas y denuncias, provocar una reacción en la opinión pública. “Nos mueve contribuir a que los movimientos sociales recuperen esa independencia política, esa iniciativa política que permitió que el país saliera del periodo neoliberal”

En ese sentido, el contenido de “Las MAScarada del Poder” está compuesto principalmente por un análisis riguroso de las políticas del gobierno: Políticas de hidrocarburos, financieras, de organización de la estructura del Estado, sobre la madre tierra y sobre los mega proyectos sujetos  a los intereses coloniales o neocoloniales de las transnacionales brasileras
Gonzalo Lema, en su intervención, resaltó la importancia de la crítica en una sociedad democrática. “La crítica constituye una columna vertebral, tiene la virtud de hacer circular las ideas, es importante construir opinión haciendo circular las ideas. La crítica, además, tiene el valor de hacer circular actitudes”

Justamente, cuando existe incoherencia entre el discurso y la actitud es cuando se va resquebrajando una posición y la ciudadanía lo advierte y siente que el “timón” o no esta firme o esta navegando en un rumbo zig-zajeante y timorato, afirma.

Por su parte, José de la Fuente resaltó la importancia de los documentos publicados por el colectivo Manifiesto Junio 22 por revelar una fractura dentro del proceso abriendo a su vez el debate. Sin embargo también nos alerta sobre los límites de la crítica y la capacidad de reconocer los avances y la complejidad de los procesos revolucionarios históricos.

Para De la Fuente el tema transversal del libro está en lo que no se hizo con la nacionalización y afirma que la defensa de Garcia Linera en este campo es inconsistente. Asimismo, otros temas relevantes de esta publicación tratan sobre la gestión política del agua y la economía. “Sin lugar a dudas la falta de crítica y de opinión autónoma le ha quitado vitalidad al proceso”.

No obstante, para De la Fuente existen estructuras profundamente colonizadas que provocan problemas en el proceso de cambio, pero que debemos entenderlos en toda su complejidad pues los procesos políticos revolucionarios son contradictorios y difíciles. En ese sentido, no debemos caer en un facilismo político para calificar todo como “blanco o negro”, tal es el caso de la actual satanización del movimiento cocalero que otrora fuera la punta de lanza de lucha revolucionaria en Bolivia.

En su turno, Alejandro Almaraz expone de manera concisa los objetivos del primer manifiesto y muestra cómo el proceso de cambio, cambió de rumbo en los últimos 5 años para dar finalmente un giro a la derecha, al autoritarismo, la sordera y la sumisión a intereses transnacionales.

“Abrir una discusión que ese momento se veía urgente, el objetivo primordial del primer manifiesto era abrir el debate y lo vimos cumplido de manera satisfactoria porque no solo el vicepresidente nos ha dedicado un libro en respuesta, sino que muchísimas personas desde diferentes puntos de vista han comenzado a discutir”.
Es importante abrir el debate, superar los problemas pequeños y agarrar los asuntos históricos como los recursos naturales y la posibilidad de apropiarnos efectivamente de ellos, también la transformación del Estado boliviano en un sentido democrático de inclusión y otros nuestro sistema Político.

Para Almaraz, el libro “La MAScarada del Poder” fue escrito con posiciones, pero mas que una preocupación es en realidad una satisfacción,  pues solo contando con flexibilidad creativa y tolerante, las posiciones distintas pueden crear nuevas realidades democráticas.

Actualmente, el horizonte político debe estar en la Constitución Política del Estado, esta debe ser la referencia fundamental del proceso de cambio. La constitución que pese a sus contradicciones y limitaciones, es un producto de las demandas de los movimientos sociales, especialmente del indígena originario campesino. Por tanto es de primordial importancia buscar su cumplimiento.
Sin embargo, el gobierno empezó a negar desde el poder lo que había aceptado como demandas legitimas de la sociedad: la redistribución comunitaria de la tierra con sentido de reestructuración territorial, la nacionalización de los hidrocarburos, la independencia de poderes, entre otros.

En este sentido, Almaraz denunció que el 85% de las reservas hidrocarburiferas están en el poder de las transnacionales, que la reforma del sistema judicial, es una burla a la mayoría de la sociedad que esperaba a un poder independiente mínimamente limpio y que el proceso de redistribución de tierras está congelado: “Si (Rubén) Costas y Branco Marinkovic quisieran hacer algo sobre el proceso agrario harían exactamente lo que hizo la cumbre social, plantear una pausa de 5 años en la verificación del cumplimiento de la función económico social de la tierra (…)Ni toda la derecha junta lograría el aval de una cumbre social para la contra-reforma agraria».

Actualmente, existe un enmascaramiento de poderes transnacionales y oligárquicos detrás del “proceso de cambio” y la “nacionalización” del los hidrocarburos tal como se los está llevando ahora.
Es peligroso pensar que el gobierno es el del 2006, que es permeable a la movilización para transformar el cauce de sus actos, ahora el gobierno tiene una posición: el servicio a los poderes históricamente dominantes, concluye Almaraz.

Por último, Omar Fernández asevera que el proceso de cambio fue producto de los movimientos sociales, de las grandes movilizaciones de la anterior década y que no tiene “dueño”. Asimismo, mostró su preocupación acerca del manejo de las políticas sobre agua y tierra en el actual gobierno.

“Existe loteamiento en contubernio con funcionarios públicos y dirigentes que ponen en riesgo las áreas agrícolas y las zonas de recarga hídrica. Solo en la ciudad de Cochabamba el 65% del agua viene de las aguas subterráneas”.

Por otro lado, Fernández denuncia que el ministerio de medio ambiente y agua junto con la GTZ (entidad que promovió la privatización del agua en anteriores gobiernos) están promoviendo una nueva Ley de Aguas que en realidad es una copia de la ley de aguas del Perú, lo grave es que dicha ley está causando conflictos sociales en el vecino país por no responder a las necesidades de la población.

“Lo que tenemos en Bolivia es un retorno al modelo desarrollista, extractivista, pero es necesario recordar que el proceso de cambio de no es de unos cuantos, se ha abierto con la lucha de todos nosotros”, afirma


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