Cambiar nosotros para cambiar el río

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Imagen del a película El Viaje de Chihiro (Miyazaki, 2001), donde la personaje principal ayuda al Espíritu del río a liberarse de la basura que lo abruma y que lo convirtió en un Espíritu apestoso.

La pasada semana se llevó adelante el taller informativo “Dar la cara al río” con las y los maestros de las unidades educativas Eliodoro Villazón y Nataniel Aguirre, miembros de la Agenda del Agua de Cochabamba y la Fundación Abril. En el que se compartió información sobre el Río Rocha, su historia, sus problemas y las tareas pendientes para poder recuperar lo que antaño fue un espacio de esparcimiento y fuente de vida para el área metropolitana cochabambina.

El objetivo de esta actividad fue la de proveer al cuerpo docente de datos y perspectivas sobre el problema del agua, especialmente del río Rocha, para que ellos, a su vez, generen herramientas pedagógicas que puedan replicar en aula. Fernando Antezana, miembro del equipo de trabajo de la Agenda Departamental del Agua, abrió la exposición con datos contextuales sobre la cuenca del Río Rocha, la expansión de la mancha urbana y el grave desastre ambiental que vivimos los cochabambinos. Después, Oscar Olivera, coordinador general de la Fundación Abril, compartió algunas reflexiones sobre el cambio de percepción que la sociedad debe asumir en torno al agua, cambio que es condición esencial para el accionar futuro en pos de la recuperación del río.

Río Rocha, de paisaje recreativo y productivo a cloaca de ciudad.

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Con una extensión de 80 km y una superficie de 3600 km2, la cuenca del río se extiende desde sus nacientes en la cordillera del Tiraque y el valle alto, cruzando el valle central, hasta la provincia de Capinota, para confluir con el Río Arque. Antezana afirma que alrededor del río Rocha se formó, desde los primeros asentamientos, una “bio región”, es decir, una zona de fuerte interrelación entre el ecosistema del río, las comunidades y su construcción como sociedad (cultura e identidad). Desde el punto de vista económico, las aguas del Rocha fueron históricamente utilizadas para el riego y sus sedimentos como fertilizante para los cultivos; además, su atractivo paisajístico, su flora y fauna convirtieron a sus riveras en espacios de encuentro, recreación y disfrute.

9Sin embargo, en la actualidad, la población cochabambina vive lo que Antezana denomina como “amnesia ambiental”. La memoria del río como un espacio de vida y goce ha quedado en el olvido, una cloaca abierta, que despide olores nauseabundos, destino de aguas industriales y aguas servidas, un lavadero de autos y tiradero de escombros es lo que, se cree, siempre fue este lugar. Cuando pobladores y autoridades deciden echar un vistazo en el mismo, se genera en ellos una mezcla de aversión y conmiseración sobre un eterno e irresoluble problema. Entonces, desde la impotencia y la desidia nacen ideas como embovedar el río, olvidarse de su existencia y darle la espalda de forma definitiva.

De hecho, el desastre ambiental en esta corriente de agua tiene más o menos 30 años; en comparación con la historia de Cochabamba, el problema es relativamente reciente e inicia con la expansión de la mancha urbana en el valle central, allá, en los años 80. Así, década tras década, el cemento se comió las zonas agrícolas, las zonas de recarga hídrica y las proximidades del río, convirtiendo 30000  hts en ciudad. Esta dramática transformación del paisaje cochabambino, junto con la deforestación y la expansión de la frontera agrícola en las nacientes, hicieron del río lo que hoy es. Pero la realidad del área metropolitana no termina ahí, según algunas investigaciones, “para el año 2036 no quedará una sola hectárea cultivable”, afirma Antezana.

Fuente: Agenda Departamental del Agua. via GIPHY

El problema es claro, sin embargo ninguna instancia pública, local, departamental o nacional ha encontrado en estas décadas algún camino hacia la recuperación de río Rocha. ¿Qué hacer?, desde el Estado y las comunidades han estado sonando algunas voces, como la construcción de plantas de tratamiento de aguas o la mejora del ordenamiento territorial y uso de suelo.  Con todo, uno de los problemas de fondo reside en el vínculo roto entre los cochabambinos y el río. ¿Cómo le damos nuevamente la cara al río Rocha? Pues podemos empezar contando a las y los niños como era bañarse en sus aguas, podemos empezar trabajando el tema con ellos y ellas en las escuelas, convirtiendo los espacios educativos en espacios de divulgación de información, conciencia y puesta en práctica de acciones amigables y propositivas con el ecosistema del Rocha.

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Fernando Antezana expone la problematica del río Rocha

 

Un cambio de paradigma, de vivir del agua a convivir con el agua

Durante la guerra del agua, el año 2000, la lucha del pueblo no era solo contra la privatización del agua, sino que se defendía ante todo al agua como un bien común, incluso como un ser viviente, recuerda Olivera. Este sería el cambio definitivo para la restauración del vínculo roto entre el río y la población: considerar al mismo como un ser vivo con quien mantenemos una relación de interdependencia y complementariedad.

Esta afirmación no es una ficción o mera especulación animista, es una realidad tangible que se practica  y vive de manera consciente en algunas comunidades campesinas, indígenas y popular-urbanas.  Por ejemplo, algunos comités de agua o asociaciones de regantes del valle alto festejan, con misa y ch’alla, el cumpleaños del pozo en agradecimiento por proveerles de agua para el sembradío.

Ch’alla del tanque de cosecha de agua de lluvia. Flor de Pukara. Toco-Cochabamba

 

Por otro lado, Olivera describe el bien común no como un objeto que se gestiona sino como relación íntima que se establece entre la naturaleza y la comunidad. Plantearse la idea de que uno no vive del agua, sino que convive con ella, es el camino inicial para cambiar de actitud. Esta es la razón por la que los comités de agua y otros sistemas comunitarios tienen mucho que enseñar, pues demuestran que a partir de la gestión colectiva del agua se reconstituye y fortalece la comunidad misma; a diferencia de los usuarios de sistemas públicos o privados, donde la relación con el agua es estrictamente mercantil y desnaturalizada.

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Oscar Olivera expone el tema del agua como un bien común

 

“El agua no es patrimonio del Estado, ni siquiera es patrimonio de la humanidad, el agua es de la naturaleza, le pertenece a ella. La madre Tierra en su sabiduría, como las venas que recorren nuestro cuerpo, ha establecido el curso de las aguas. Lo que le está ocurriendo con el río Rocha es esa acción violenta que a título de desarrollo —viéndonos incapaces como autoridades para tomar recaudos— hemos contaminado todo y hemos olvidado al río  (…) Es necesario cambiar nuestra  percepción del agua, y sobre todo nuestra actitud (…) La militancia en relación a este tema está en la cotidianidad, no puedo hablar de cuidar el agua sino la cuido en mi casa. Es por esto también que estábamos trabajando con las escuelas”, afirma Olivera.

Nadie debería quedarse viendo de brazos cruzados lo que está pasando.

 

 

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